*Destinan 75 mil millones de dólares para detenciones, deportaciones y más muros
El Gobierno del presidente Donald Trump ha aprobado un ambicioso plan de seguridad migratoria, considerado el más grande en décadas, que contempla 75 mil millones de dólares destinados al fortalecimiento del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
El nuevo paquete legislativo permitirá duplicar la capacidad de detención migratoria a 100 mil camas, acelerar el reclutamiento de agentes federales y reforzar una política que, de acuerdo con la Casa Blanca, prioriza la seguridad interna. “Actuaremos con más fuerza que nunca. Vamos a capturar a estos criminales con contundencia”, afirmó la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem.
Tom Homan, asesor presidencial en materia fronteriza, confirmó que los arrestos diarios ya superan el millar, aunque aún no alcanzan la meta interna de 3 mil detenciones diarias.
Endurecen medidas: menos fianzas y sin asistencia legal
Como parte de esta estrategia, la administración ha endurecido el acceso a fianzas migratorias, lo que obligará a miles de personas a enfrentar sus procesos bajo detención. Asimismo, han sido eliminados programas de asesoría legal gratuita en varios centros de reclusión migratoria, lo que ha provocado críticas de activistas y organizaciones de derechos civiles.
Legisladores demócratas, como el senador Alex Padilla y la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, calificaron la política como “excesiva y deshumanizante”. En paralelo, protestas ciudadanas y enfrentamientos con autoridades se han registrado en varias ciudades del país, ante lo que muchos perciben como una persecución sistemática contra comunidades migrantes.
Más muros, más recursos y más poder para ICE
El plan también contempla 46 mil millones de dólares adicionales para la construcción de nuevas barreras fronterizas, reforzando una de las principales promesas de Trump desde su llegada a la política nacional.
Con estos recursos, ICE se encamina a convertirse en la agencia federal con mayor presupuesto en Estados Unidos, consolidando un nuevo capítulo en la política migratoria: uno más agresivo, más amplio y sin concesiones.
A pesar de las críticas, el presidente Trump defendió a los agentes migratorios y reafirmó su apoyo: “Son gente fuerte, patriota. Si no fueran duros, no sobrevivirían en esta labor”.