Terminar en octavo lugar en el Gran Premio de España de F1 con cuatro puntos en la bolsa fue una raquítica cosecha para Sergio ‘Checo’ Pérez, pero por difícil que sea de creer es un progreso para el piloto mexicano, pequeño, pero progreso al fin.
No se trata de pecar de optimista o de porrista, pero se deben de enumerar primero los puntos positivos.
Checo Pérez volvió a la Q3 en el sábado de calificación en Barcelona. El tapatío tenía tres Grandes Premios sin conseguirlo, y aunque calificó en octavo puesto, el simple hecho de estar entre el Top 10 sabatino fue un respiro, luego de los bochornos en Mónaco, Imola y Canadá.
Pero, como cuando el pobre tiene para carne resulta que es vigilia, las tres posiciones de castigo arrastradas por la decisión de Red Bull de llamarlo a boxes luego de su choque en Canadá lo hundieron en el undécimo cajón y, desde ahí, Checo Pérez tuvo que hacerla de salmón, a contracorriente, con un auto sin el balance adecuado.
Al final quedó dentro de los ocho autos competitivos de la serie: Red Bull, McLaren, Ferrari y Mercedes… pero fue el peor del grupo. Eso debe mejorar y pronto, porque ahora es quinto en el Campeonato de Pilotos y no se puede permitir descender, sino por el contrario debe mejorar su posición en la clasificación por puntos.
El último punto positivo es que mostró, por momentos, un ritmo de carrera competitivo sobre todo con neumáticos medios, donde sus tiempos fueron similares o mejores que los de Verstappen… ahora los puntos a mejorar.
Y aunque la Fórmula 1 sea un deporte donde arrancan 20 coches y siempre gana Max Verstappen, los márgenes entre coches se han reducido tanto que el trabajo de los pilotos se ha vuelto el factor de triunfo y si no que lo diga Lando Norris, quien conoció el Factor Max en Barcelona y no pudo ganar a pesar de ser el más rápido.
En días donde en cada calificación se ven parejas siamesas de monoplazas, el 16 de Charles Leclerc es la sombra del 55 de Carlos Sainz; los Mercedes calcan sus tiempos con George Russell y Lewis Hamilton, incluso los Alpine se toman de la mano en las sesiones de calificación.
Entonces, cuando Oscar Piastri está a nueve posiciones de Lando Norris o cuando Checo Pérez cronometra seis décimas más que Verstappen, las interrogantes hacen acto de aparición.
¿Es tanta la diferencia entre pilotos? ¿Los equipos enfocan sus recursos en un piloto? ¿Falta que el ‘segundo’ volante exija un trato igualitario?
Si vamos a comparar lo que vivieron Piastri y Pérez en Barcelona y sus actitudes en general, hay algunas similitudes que se enfatizan con el tiempo.
Primero, tanto Pérez como Piastri tienen el trabajo de competir contra talentosos coequiperos, Verstappen y Norris, respectivamente, pero también es cierto que han podido plantarles cara.
En el caso de Checo Pérez, el desarrollo de los autos de Red Bull ha llevado, con toda lógica, el camino que traza el piloto más rápido que es Max Verstappen. Sus estilos tan diferentes, donde Checo prefiere un auto con un eje trasero muy sólido y Max prefiere un tres delantero bien fijo.
También las decisiones del equipo pasan por el trabajo que puede aportar Checo Pérez a la causa de Verstappen, valga recordar los dos casos más recientes: evitar un SC que afectara a Max en Montreal a costa de una penalización para Checo, o el ‘remolque’ o ‘tow’ que Pérez trabajó para su coequipero en la calificación en Barcelona, cuando podía haber programado sus tiempos para ir por una vuelta rápida en los últimos segundos en lugar de ser el primero en cada intento.
Claramente, Checo Pérez trabaja para Verstappen y en concreto para Red Bull y eso es totalmente normal, pero tanto él como Piastri deberían, tal vez hacer lo que hacen otros coequiperos cuando no sienten que no hay igualdad en sus escuderías, sobre todo en los momentos en que requieren que la atención esté en ellos.
¿Acaso Hamilton no reclama cuando Mercedes no lo apoya o da preferencia a Russell? Se puede decir: Lewis es un siete veces campeón del mundo, su voz se escucha, pero entonces, cuando Carlos Sainz reclama equidad de Ferrari o el propio Leclerc pone un grito porque su ingeniero no le ayuda. Eso también cuenta y no es ser conflictivo es ser aguerrido.
Checo Pérez y Piastri necesitan hacerse sentir internamente. Exigir respuestas de los pits.
En todo hay estilos y formas, las del mexicano nunca han sido las de exhibir, gritar o armar conflictos. Elige sus batallas, pero ahora parece que la lucha por pedir enérgicamente más claridad de su garage ya se tardó en llegar.
Checo Pérez debe estar siempre cerca de Verstappen y eso es el trabajo más complicado de la F1. El neerlandés es capaz de destrozar a cualquier rival con las mismas herramientas e incluso, ya demostró que puede vencer a quien tenga un mejor auto que el suyo.
Así que exigirle a Checo Pérez que esté a menos de una décima de Verstappen, como lo hizo en Japón, a veces parecería una locura, sin embargo, lo ha hecho.
Lo que coseche el domingo será lo que siembre el sábado, lo ha dicho y lo hemos dicho muchas veces.
Austria parece un territorio fértil para que Red Bull entregue dos autos competitivos que marquen el paso a los papaya, los plateados y los rojos.
Hoy, Checo Pérez está en un mejor lugar técnica y mentalmente, el progreso existió, aunque no se vea a simple vista.
INFORMACIÓN DE ESPN