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¿Qué sigue para Canelo? Un dilema entre el legado y la petulancia

Lo que venga para Saúl Álvarez lo dictará el dinero. La frase es tan común que hasta el Canelo la pronuncia.

Más allá de ese futuro simplón, el mexicano tiene una verdadera oportunidad para marcar su sendero a partir de la responsabilidad y el legado, lejos de la petulancia.

Tras derrotar sin polémica a Jaime Munguía, Canelo dijo -aún sobre el ring- que tomaría su tiempo para reflexionar la próxima decisión, la pelea de septiembre. Luego destacó su experiencia y, finalmente, presumió “ser el mejor boxeador del mundo”.

Canelo señaló que si el dinero es el adecuado, pelearía con quien lo garantizara, incluido David Benavidez. Esa pelea, que se ha formado más en la comentocracia que en la viabilidad del deporte, significaría hacer lo que la tribuna le reclama al ídolo: Cumplir con la responsabilidad que implica ser el rostro del boxeo, más allá del dinero.

La calculadora frialdad del Canelo

Como boxeador, Saúl Álvarez es un gran empresario. Y en la época en que los boxeadores hacen lo que quieren, incluso con los promotores, el Canelo lee muy bien las circunstancias que le rodean. Así lo ha demostrado, y no tiene por qué ser diferente rumbo a septiembre.

Pero si hay un área de oportunidad que le daría una perspectiva diferente. En la vida y en el boxeo no todo es monetizar, también cuenta el intangible legado que se forja a partir de peleas memorables, de rivales difíciles y de aficionados satisfechos.

Canelo sabía que sus últimas presentaciones habían dejado mucho que desear, que estaba en deuda con su público, con los analistas del boxeo y, sobre todo, con él mismo. Por eso eligió como rival a Jaime Munguía, un oponente que fuera digno y al mismo tiempo incapaz ganarle por su inexperiencia y sus yerros al defender.

Con su victoria, fríamente calculada, Canelo cumplió sin discusión en su primera pelea del 2024, que resultó haber sido la mejor de los últimos años gracias a que si tuvo rival y no hubo polémica.

Con eso en su mente, porque Canelo entendía perfectamente dónde estaba parado, Saúl se atrevió a prometer que seguirá peleando tres o cuatro años siempre y cuando sea bien pagado, y lástima por quien no esté de acuerdo.

El tema con Canelo es que siempre lo va a perseguir la sombra de David Benavidez, un peleador serio, con futuro y buenas exhibiciones frente a Caleb Plant y Demetrius Andrade. Es el rival que la tribuna desea, pero no hay certeza de que le pueda ganar y destronarlo de su idea de cobrar bien por tres o cuatro años más.

¿Eso impide firmar ese combate?

Saúl Álvarez lo tiene claro: Benavidez puede ser bueno, atractivo, pero el negocio lo hace él y está cuidando cobrar cuatro años más. El mexicano sabía que antes de la pelea contra Munguía, Benavidez había dicho públicamente que Canelo le tenía miedo, que representaba un peligro (algo que debe demostrar) y que le iba a robar a los aficionados mexicanos. Los dichos están en el aire, falta comprobarlos.

Otra opción es Terence Crawford, de 36 años. Ahí el problema es que él enfrentará a Israil Madrimov el 3 de agosto, así que en septiembre no será. Arabia Saudita ha levantado la mano para decir que puede recibir esa pelea en diciembre o enero, y con el nivel económico que pueden ofertar, no sería raro ver salir a Canelo de su ‘segunda casa’ en Las Vegas.

Canelo tiene el derecho, y lo ejerce desde hace mucho, de elegir a sus rivales. Por eso cuando se habla de septiembre se pueden vislumbrar rivales atractivos o alguno menos interesante como Berlanga, pero su derecho nadie se lo niega.

Ahora bien, más allá de los méritos y los negocios Canelo tiene frente a sí la oportunidad de seguir siendo el rostro económico del boxeo y al mismo tiempo el ídolo que brinda lo que la tribuna pide y se aleja de la soberbia. El otro sendero es hacer cuentas e irse por el atractivo camino de la petulancia y los dólares.

Canelo es el rey que hace circular el dinero, pero no hay billetes que alcancen para comprar el cariño del pueblo, porque el boxeo entre los mexicanos es un deporte de masas en el que solo hay espacio para obtener la gloria a partir del intangible cariño y respeto del aficionados. Los ídolos no se compran.

INFORMACIÓN DE ESPN