En un video que circula con fuerza en redes sociales, el expresidente Enrique Peña Nieto aparece en Punta Cana, como pocas veces lo vimos durante su mandato: con la sonrisa de un niño, el rostro ilusionado, casi con la inocencia del asombro más genuino, mirando a un ilusionista que lo sorprende con un truco de magia.
Es una escena breve, sí, pero poderosa. Porque esa risa franca, esa expresión liberada, habla de alguien que ha soltado el peso del poder después de haberlo cargado con todo y sus sombras, y también con sus luces.
Y sí, con sus luces. Peña Nieto dejó huella en muchos temas, pero hoy vale la pena recordar uno en particular: la seguridad en Tamaulipas.
Durante su sexenio, Enrique Peña Nieto logró contener y acorralar a los grupos delictivos que por años sembraron terror en la entidad. No fue magia. Fue estrategia, coordinación, inteligencia. En aquellos años, Tamaulipas vivía bajo el asedio del crimen organizado que imponía su ley en ciudades, carreteras, zonas rurales y hasta en los gobiernos municipales. Era el tiempo de los retenes clandestinos, de las desapariciones cotidianas, de las balaceras a plena luz del día. Pero poco a poco, y sin muchos reflectores, la Federación fue ganando terreno.
Desde San Fernando hasta el sur del estado, la acción institucional fue empujando a los criminales fuera de las manchas urbanas, obligándolos a replegarse en las faldas de los cerros, en los caminos menos transitados, allí donde ya no podían intimidar al ciudadano común. La estrategia federal, con apoyo de las Fuerzas Armadas y organismos de inteligencia, desarticuló células, abatió liderazgos, y fracturó cadenas operativas de los cárteles que se creían intocables.
Los tamulipecos comenzaron a recuperar algo que ya parecía perdido: el derecho a vivir sin miedo. Por supuesto, el problema no desapareció del todo, pero sí se logró un repliegue histórico. Una reconfiguración que no fue improvisada, sino producto de una política de Estado con visión y sin concesiones.
Ver hoy a Peña Nieto sonriendo, alejado de la tensión política, nos recuerda que incluso quienes fueron duramente cuestionados también pueden, y deben, ser reconocidos por sus aciertos. Y uno de esos aciertos fue haber contribuido a devolverle la esperanza a Tamaulipas.
Ojalá algún día esa sonrisa no solo sea la de un expresidente en el Caribe, sino la de cada niño, madre, maestro, y trabajador que camina por las calles de nuestra tierra sabiendo que el miedo ya no les pertenece.
En la intimidad… Armando, el leal y el polémico.
Pocas figuras políticas del sur de Tamaulipas generan tanta conversación de pasillo como el alcalde de Altamira, Armando Martínez Manríquez. Y es que Armando, como se le conoce con familiaridad en los cafés de la zona centro y en los restaurantes de mariscos, es un personaje peculiar: celoso de su equipo, y con una firmeza que a veces raya en lo rudo.
En la intimidad, sin reflectores, se muestra sereno. Habla bajito, elige bien sus palabras, y escucha más de lo que uno esperaría.
Es ahí donde emerge el político que sabe hacer cálculos, que construye relaciones, que no da paso sin preguntarse primero cómo impactará en la comunidad que gobierna… y en sus aspiraciones.
Dicen quienes lo conocen de cerca que Armando tiene claro su siguiente paso. Que no se distrae con los fuegos artificiales de la política fugaz. Que quiere trascender más allá de Altamira. Y lo cierto es que, aunque le critican muchas cosas —como a todos los que se animan a gobernar— también se le reconoce la recuperación de espacios públicos, su capacidad de gestión y el acercamiento inédito con algunos sectores empresariales.
¿Su mayor virtud? Probablemente, la constancia. ¿Su mayor debilidad? Tal vez, su impulsividad. Pero en tiempos donde la política se ha vuelto espectáculo y banalidad, tener a un alcalde que se levanta todos los días a trabajar con la terquedad del que no se rinde, es un punto a favor.
Y aunque él no lo diga, en la intimidad sabe que cada decisión que toma es una ficha más en el tablero de su futuro político. Porque sí, Armando quiere más. Y Altamira podría ser apenas el primer capítulo.
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