Al ser Claudia Sheinbaum la primera mujer electa como Presidenta de México, quiero que le vaya bien, pero mejor aún, deseo románticamente que le vaya bien a la República Mexicana y a sus 130 millones de habitantes.
Sabe que es Jefa de Estado, comandante suprema de las fuerzas militares, defensa y marina. Tiene el control histórico del presupuesto y tendrá a sus pies a la Suprema Corte de Justicia. Pero, ¿por qué dejar patalear a los “batracios” del Congreso de la Unión?
¿Por qué dejar pasar el control que debería tener en absoluto del Movimiento de Regeneración Nacional y, en el mismo sentido, de la llamada Cuarta Transformación?
Claudia es una mujer muy preparada, con sus propios dogmas, como cualquiera puede leer en su hoja de vida. Sin embargo, lo que hoy demanda la circunstancia es praxis, con todas sus letras.
Hablamos del territorio de la conveniencia, para ella y para todos, especialmente cuando tenemos a la vuelta de la esquina a Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos, quien no ha dudado ni un segundo en declarar que el 20 de enero “nos va a romper el hocico”.
¿Y nosotros? Hay quienes dicen retóricamente que son tiempos de unidad, y vemos que, mortificado está el sector privado voraz de los últimos 50 años, pero no necesariamente los políticos. Estos demandan, y de eso se hablará mucho, un nuevo Pacto por México en la versión y nomenclatura que le quiera usted redactar.
Ya tuvimos en contingencia el Pacto de Solidaridad Económica, un acuerdo político-económico firmado el 15 de diciembre de 1987, en tiempos de Miguel de la Madrid. “México hacía agua” luego de los sexenios fallidos de Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo y el de él mismo.
Luego, en tiempos del “licenciado Peña Nieto”, el Pacto por México, que data del 2 de diciembre de 2012, donde de la misma manera se tuvo la voluntad de partidos para poner un poco de orden y compartir el pastel.
Hoy pregunto: ¿Claudia está dispuesta a compartir lo ganado por AMLO o el mismo tabasqueño no está dispuesto a permitir que ese pastel sea repartido?
No estamos ante un problema menor, generado en buena medida por el pasado, no solamente en los tiempos del PRI y del PAN (77 años los tricolores y 12 los azules), sino también por los 6 de Andrés Manuel López Obrador, donde el progresismo efectivo fue un cuento de hadas sexenal para él, sus sueños y los suyos.
Donald Trump tomará por segunda ocasión las riendas de su país. México, hasta el martes, no había sido invitado. Claro, faltan muchos días para recibir la buena vibra, y Claudia aceptó que: “No hemos recibido la invitación todavía, vamos a esperar a ver si recibimos la invitación”.
El asunto es que vienen deportaciones, acosos, impuestos y la presión por recuperar la seguridad perdida en México desde los tiempos de Vicente Fox, que fue dinamitada por Felipe Calderón, cierto, pero igualmente no atendida responsablemente por alias “el licenciado Peña Nieto” y AMLO, quien de plano tuvo el descaro de claudicar al grito de “abrazos, no balazos” y una sarta de chistes de humor negro, que dejó datos negativos superiores.
Por eso la importancia de la unidad, la no polarización, la difícil humildad de todos los partidos políticos y de bajarle la espuma a los edictos presidenciales desde la Cámara de Diputados con Ricardo Monreal y con Adán Augusto López en la Cámara de Senadores.
¿Será que lo comprenden. Van a estirar la liga a costa de nuestra sobrevivencia luego 95 años, PRI, PAN y Morena que no agotaron la fuerza y riqueza de los mexicanos?
Abusados, Donald Trump no estaba en la ecuación…
Y ya vienen su amplia lista de órdenes ejecutivas de sabores, colores y efectos, donde no valen los chistes idiotas de “Chespirito”. Hasta donde van las cosas, Trump parece no estar bromeando, para hincar a quien se deje en favor de sus objetivos de primera persona.
Así fue antes, así es hoy con el control de la Suprema Corte y de los poderes de la Unión Americana con un gabinete que es clon de sus propios pensamientos. Luego, si se reclama unidad, es tiempo, Jefa Claudia, de quitarse el lastre que viene desde La Chingada.
Nostra Política.- “Que dos y dos sean necesariamente cuatro es una opinión que muchos compartimos. Pero si alguien sinceramente piensa otra cosa, que lo diga. Aquí no nos asombramos de nada”.
Antonio Machado.
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