Editoriales

La que no brinque es cómplice | por David Ed Castellanos Terán

Una niña de 5 años obligada a darle sexo oral. La misma que fue toqueteada de su parte íntima, recibiendo caricias sexuales de un “humano”, y ultrajada en su inocencia en el salón de clases. Historias así ayer en la marcha del 8M.

Fue terrible, desgarrador. Al menos 2 mil mujeres de todas las edades reunidas en la marcha del Día Internacional de la Mujer con un mismo objetivo, bajo una misma misión y caminando con la mano empuñada dispuestas a todo. Comenzaron rompiendo el silencio, exigiendo justicia. Nos dejaron claro que algo estamos haciendo mal, están dolidas, y eso es poco, hay violadas, desaparecidas, acosadas y violentadas en todos los sentidos. Las muertas, ya no se cuentan, ellas estuvieron en cada paso, en cada grito y cada pañoleta que atravesó el viento del sur de Tamaulipas. Las estamos acribillando.

Debo ser un maldito mentiroso si no le digo que llegué con desánimo a la cobertura de la marcha del 8M en Tampico; las experiencias habían sido desafortunadas escuchando mujeres de la política en activo, lanzando vituperios arropadas entre sus familiares; atestiguando disturbios a los bienes inmuebles gubernamentales, sí, era un activismo con la bandera mal encausada, pero hoy fue diferente.

Tengo que admitir que no pude contener el llanto, negarlo me recordaría en carne propia como un machista de primera, lo admito, me desgarraron por dentro, me rompieron, me fracturaron la fibra que durante años había sido intocable en mi trayectoria como comunicador, eran miles, quizás mil 500 ó más, seguro fueron 2 mil y un puñado extra de ellas, todas, hartas, y cansadas de tanta desigualdad, injusticia, acoso, abuso y homicidio en contra del sexo femenino. Ayer le restregaron a la sociedad del sur de Tamaulipas que algo estamos haciendo mal.

Tu hijo, tal vez tu hermano o tu sobrino es el victimario y origen de esa marcha que no debería existir. Cuando le dije a Martha de la Cruz, una de las mujeres más luchonas de Tampico, que estaba muy triste por lo que estaba viendo, la confundí, pensó que me estaba riendo de la convocatoria, no, logré explicarme: mi tristeza era justamente porque nunca antes en la historia de Tampico se había vivido una marcha con esa convocatoria, así de puras mujeres, todas con una pt-a triste historia que contar. Un acoso laboral, desigualdad, intimidación, desaparición o muerte, bueno, hasta historias de niñas menores de cinco años violadas por un animal y protegido por una mujer.

Es el caso de doña Olga, abuela de una niña de 5 años que fue víctima de violación equiparada por Jesús Alberto “L”, un adolescente estudiante del Cetis 22, y aparentemente encubierto por Claudia Esmeralda Ruiz Martínez, maestra del Jardín de Niños “Francisco I. Madero”, situado justamente a lado del Cetis donde estudiaba Jesús Alberto, un joven que hacía su Servicio Social y protegido por María de Lourdes Contreras, Supervisora de la Zona Escolar 100 en Tampico.

En medio de la marcha del 8M, la abuela tomó la palabra y exigió justicia, reclamó a la Fiscalía General de Justicia del Estado de Tamaulipas (FGJT), al mando de Irving Barrios, su aletargamiento, su indiferencia al caso; quizás, quizás porque la pequeña no es familiar de Irving, ni de Laura Díaz, la jefa del equipo de la Policía Investigadora encargada de darle seguimiento a la carpeta de investigación: 83/2022 en la Agencia del Ministerio Público de procedimiento penal acusatorio especializado en justicia para adolescentes en Altamira, quizás por que no son familiares de esa pequeña niña que fue toqueteada, obligada a ofrecerle sexo oral al chavo ¿no la penetró?, ¿en verdad quiere saberlo? También puedes exigir justicia.

En la intimidad… Si todos los taxistas son malos, y los periodistas unos vendidos. Ok. Generalicemos, todos las estamos matando, tú por quedarte callada e indiferente, y nosotros por machos.

Perdón… perdón.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608