José Gregorio Aguilar / TN
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- La explosión del cohete Starship 36, de la empresa SpaceX, no sólo dejó fragmentos de metal en tierra mexicana: también sembró dudas y preocupación en autoridades ambientales. El evento, ocurrido el 19 de junio, generó residuos como tanques de gas, chapas de acero y aluminio que terminaron dispersos en Playa Bagdad y las orillas del Río Bravo, en Matamoros.
Aunque la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) lidera la investigación, el gobierno local de Tamaulipas, a través de SEDUMA, sigue de cerca el caso. Karl Heinz Becker Hernández, subsecretario de Medio Ambiente, confirmó que el cuerpo de agua afectado está bajo jurisdicción federal y forma parte de un área natural protegida. “Todo dependerá del tipo de residuos encontrados y su impacto en el ecosistema”, señaló.
Mientras SEMARNAT y PROFEPA recaban evidencia, se analiza la posibilidad de una demanda internacional. El gobierno federal revisa si se han violado leyes internacionales de protección ambiental, lo que podría iniciar un proceso legal contra la compañía de Elon Musk.
¿Puede una empresa espacial ser llamada a cuentas por contaminación terrestre? Tamaulipas espera una respuesta mientras vigila que los sueños de conquista estelar no pasen por alto la fragilidad de nuestros ecosistemas