José Gregorio Aguilar / TN
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Tras los recientes casos de violencia estudiantil en bachilleratos de Tamaulipas, incluyendo la agresión al director del CETIS 78, el pastor Obed Gerónimo, líder de la Iglesia Getsemaní, advirtió que estas escenas son el resultado de hogares fracturados, pérdida de autoridad en las escuelas y una sociedad que normaliza la violencia desde casa.
En entrevista, el pastor señaló que el corazón de los jóvenes se forma en el hogar, y que hoy muchos crecen en entornos donde se enaltece el narcotráfico, el consumo de drogas y el alcohol, y donde los corridos tumbados refuerzan una cultura de violencia.
> “Lógicamente, si hay droga, alcohol y maltrato en casa, va a haber violencia en la escuela. Se acumula el resentimiento, y cualquier cosa puede detonar lo que ya traen guardado”, expresó.
Gerónimo también hizo referencia al caso de Altamira, donde un maestro fue acusado de abuso sexual, y la reacción colectiva de los estudiantes derivó en agresiones físicas. Para el pastor, estos estallidos no son espontáneos, sino el resultado de heridas acumuladas, frustraciones y desconfianza en las instituciones.
“La gente ya no cree en la justicia. Saben que con dinero se puede salir de la Procuraduría, y por eso buscan hacer justicia por su propia mano”, dijo.
El líder religioso lamentó que los maestros hayan perdido autoridad en las aulas, y que hoy tengan miedo de llamar la atención a los alumnos por temor a represalias.
“Antes había respeto. Hoy los jóvenes maldicen frente a la maestra sin importar nada. Las autoridades escolares han permitido tanto que ya es una bola de nieve imparable.”
Como contraste, Gerónimo mencionó el modelo disciplinario que impulsa el presidente Nayib Bukele en El Salvador, donde se han establecido reglas estrictas en las instituciones educativas.
“Bukele sabe que no puede cambiar el corazón de los jóvenes, pero les dice: aquí respetas. Si quieres estudiar, hay reglas. Eso falta en México”.
Finalmente, el pastor insistió en que la raíz del problema está en los hogares, y que mientras no se atienda la formación emocional y ética desde la infancia, las escenas de violencia seguirán repitiéndose. “Todo empieza en casa. Y tristemente, cada día lo veremos más y peor”.