Las medidas arancelarias impuestas por Donald Trump al acero y aluminio han provocado reacciones de represalia por parte de países como China, Canadá y naciones europeas. De acuerdo con expertos, estas acciones podrían afectar a más de 7 millones de trabajadores estadounidenses, muchos de los cuales apoyaron al republicano en las elecciones de noviembre.
Un análisis de The New York Times indica que 4.48 millones de los afectados residen en condados donde ganó Trump, mientras que 3.26 millones pertenecen a regiones que votaron por Kamala Harris. Aunque esto no significa que todos perderán su empleo, sí se prevé un impacto en empresas que dependen del comercio con los países afectados, lo que podría reducir ventas y ganancias.
El impacto se concentraría en regiones como el medio oeste, el sur y el sureste de EE.UU., afectando industrias clave como la manufactura, el petróleo, el carbón, la agricultura y las autopartes. Paradójicamente, el sector manufacturero, que Trump prometió rescatar en campaña, se perfila como uno de los más golpeados por la guerra comercial.
El grupo de expertos Brookings advierte que los países afectados por los aranceles podrían tomar represalias dirigidas específicamente a los condados que votaron por Trump. Sin embargo, pese a las advertencias, el expresidente sigue defendiendo su política comercial, argumentando que busca reducir el déficit comercial de Estados Unidos.