Pekín advirtió hoy que el proteccionismo no es una solución viable y criticó la imposición de nuevos aranceles anunciados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre las importaciones de acero y aluminio.
“El proteccionismo no tiene salida. No hay ganadores en las guerras comerciales y arancelarias”, declaró en rueda de prensa Guo Jiakun, portavoz del Ministerio de Exteriores chino.
Trump anunció el pasado domingo que aplicará un arancel del 25 % sobre el acero y el aluminio importado, una medida que ya había implementado durante su primer mandato con el argumento de proteger la industria estadounidense.
Aunque China es el mayor exportador mundial de acero, Estados Unidos solo representa el 1.8 % de sus ventas de este metal y el 3 % de sus exportaciones de aluminio. Sin embargo, Pekín considera que la medida es un nuevo capítulo en la disputa comercial que ambas naciones mantienen desde la administración anterior de Trump.
China contraataca con aranceles y restricciones a minerales clave
En respuesta, el gobierno chino impuso aranceles del 10 % al 15 % sobre productos estadounidenses, incluyendo carbón, gas natural licuado, petróleo crudo, maquinaria agrícola y automóviles de gran cilindrada. Además, anunció controles a la exportación de minerales estratégicos y abrió una investigación antimonopolio contra Google.
El conflicto también se trasladó a la Organización Mundial del Comercio (OMC), donde China ha defendido sus medidas como un acto necesario para “salvaguardar la seguridad y los intereses nacionales”.
Negociaciones en el aire
Mientras tanto, Washington ha pospuesto por un mes la aplicación de los aranceles a México y Canadá, pero mantiene las tarifas del 10 % a las importaciones chinas. Expertos señalan que Pekín busca negociar desde una posición de fuerza, aunque no se han reportado avances en las conversaciones bilaterales.
Por ahora, la posibilidad de un diálogo entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping, sigue incierta. En su primer mandato (2017-2021), el republicano impuso aranceles a productos chinos por un valor de 370 mil millones de dólares anuales, lo que desató represalias de Pekín. Ahora, con su regreso al poder, la relación entre ambas potencias parece encaminada a una nueva escalada comercial.