En un país en donde la violencia pareciera haberse convertido en la norma, y la impunidad en la rutina, resulta cada vez más urgente escuchar a quienes han estado en las trincheras de la seguridad pública, no desde el escritorio ni en las conferencias de prensa matutinas, sino a ras de suelo, en los retenes, en los operativos, en las madrugadas de fuego cruzado. Uno de esos hombres es Gabriel Ordorica, exintegrante de la extinta Policía Federal Preventiva y actual especialista en seguridad nacional e inteligencia policial. Hoy, lejos de las balas, pero cerca de la verdad, empuña la palabra como su nueva arma de servicio.
Gabriel Ordorica no escribe por gusto, escribe por necesidad. Porque donde otros encontraron carrera, él encontró frustración; donde muchos callaron para escalar, él habló para construir. Su tercer libro, “Robo de vehículos en México: un negocio millonario al nivel de las grandes mafias mundiales”, es una bomba silenciosa que expone la colusión entre agencias de autos y mafias del crimen organizado, en un esquema que normaliza la impunidad de los poderosos y perpetúa la desconfianza ciudadana.
Los datos que se desprenden de su obra no están sacados de imaginarios hollywoodenses ni de ficciones criminales: cada caso, cada cifra, cada denuncia está basada en hechos reales. Ordorica ha convertido sus años como operador de seguridad en materia viva para alimentar propuestas legislativas y alertar sobre las nuevas mutaciones del crimen organizado. No en vano, en sus líneas se percibe el olor a tierra mojada y a pólvora, la misma que él olió en el norte, el centro y el sur del país, mientras cumplía misiones con más corazón que recursos.
En sus obras anteriores, “Historia de la seguridad pública en México: Un siglo de cambios… y ¿estrategias?” y “Siglo XXI: el fin de los cárteles del narcotráfico en México”, Gabriel hace una disección cruda, sin adornos, de cómo las buenas intenciones políticas muchas veces chocan con la falta de profesionalismo institucional, y de cómo la tropa, ese eslabón olvidado, termina pagando los platos rotos de la corrupción en la cúpula.
Hoy, desde su trinchera civil y académica, Gabriel Ordorica se ha convertido en una voz incómoda pero necesaria. Su experiencia en operativos, su paso por Europa y América Latina impartiendo cursos de inteligencia policial, y su compromiso con una patria menos sangrienta, lo colocan en un lugar que incomoda a quienes hacen negocio con la inseguridad. Y lo mejor de todo: no busca reflectores, busca soluciones.
Sus libros no solo merecen ser leídos por ciudadanos conscientes, sino también por legisladores responsables, mandos policiales comprometidos y por cualquier servidor público que entienda que la seguridad no es discurso, es acción. Por eso, desde esta columna, invito a quienes se preocupan de verdad por la reconstrucción de México a visitar su sitio oficial: https://aipol.mx, donde se puede acceder a más de su trabajo, propuestas y análisis.
Gabriel Ordorica representa lo que muchos no se atreven a ser: un testigo que escribe, un experto que no se vende, un mexicano que no claudica.
Y si aún no entiende el lector el tamaño de su aportación, basta con leer el índice de cualquiera de sus libros para saber que la verdadera estrategia nacional de seguridad no se encuentra en la Secretaría del ramo, sino en la mente y experiencia de quienes como Ordorica, se jugaron la vida y hoy se juegan la credibilidad.
México necesita más policías que escriban, y menos escritores de escritorio que solo se disfrazan de expertos.
En la intimidad… En el sur de Tamaulipas, mientras las fuerzas del orden enfrentan la violencia con valentía y muchas veces sin los recursos necesarios, una luz se enciende desde la academia. El rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Dámaso Anaya Alvarado, ha comenzado a reconstruir los puentes que vinculan la ciencia con la realidad, y en días recientes recibió al secretario de Desarrollo Energético estatal, Walter Julián Ángel Jiménez, para fortalecer la colaboración académica con miras a apuntalar el desarrollo energético de la región.
Durante el recorrido por el Instituto de Energía de la UAT, en el Campus Sur, quedó claro que esta casa de estudios no es solo un espacio de formación, sino un laboratorio de soluciones. Proyectos en energías renovables, eficiencia energética y análisis de huella ambiental demuestran que Tamaulipas tiene cerebro para liderar la transformación energética nacional.
Destacó también la participación del Centro de Investigación de Ingeniería Portuaria, Marítima y Costera (CIDIPORT), donde Félix Gilberto Gutiérrez Villanueva expuso iniciativas conjuntas con la UNAM para restauración ecológica en la Isla de Lobos, así como estudios técnicos esenciales para obras energéticas. Tamaulipas está incubando talento capaz de competir en cualquier foro internacional, y la UAT es el epicentro.
La academia está lista, los científicos están alzando la voz y los estudiantes están esperando oportunidades reales. Si el gobierno sigue impulsando este tipo de alianzas estratégicas, quizá el sur de Tamaulipas no solo deje de ser una nota roja, sino que se convierta en una nota de esperanza.
Y para cerrar con fuerza… el gobierno de Tamaulipas también sigue librando sus propias batallas. Acorde con la instrucción del gobernador Américo Villarreal Anaya de contar con fuerzas de seguridad suficientes en los 43 municipios, la Secretaría de Seguridad Pública del Estado mantiene una campaña permanente de reclutamiento.
Ya no se trata solo de sumar policías; se buscan también guías técnicos y cuerpos de vigilancia para centros penitenciarios. Con la expansión de la Guardia Estatal y la construcción de 15 nuevas Estaciones Seguras, se busca una cobertura territorial más sólida y eficaz.
A quienes sienten vocación de servicio, hoy más que nunca se les necesita. Porque el crimen no espera, y tampoco la esperanza. Los interesados pueden iniciar su proceso en los módulos físicos, por redes sociales (Facebook e Instagram: Únete a la Guardia Estatal) o llamando al 800 122 2336. Y no lo olvide: México no necesita héroes, necesita profesionales con compromiso.
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